miércoles, octubre 12, 2011

¡ LA FÉ DE ABEL!

Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio mas aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía” Hebreos 11:4.

La fe es el don de ver la mano de Dios sobre nuestras vidas. No todos pueden ver la mano de Dios, solo aquellos que viven por fe y no por vista. “Vivimos por fe no por vista” II Corintios 5:7.

Con la ayuda del Señor Eva dio a luz a dos hijos varones, ella misma reconoció que el Creador era y es la fuente de la vida: “Con la ayuda del Señor he tenido un hijo varón”. Caín fue el primogénito y después de un tiempo nació su hermano Abel, cuyo nombre significa “soplo pasajero”; “aliento”; “insignificante” en alusión a su corta existencia.


Ambos hijos tuvieron el ejemplo de Adán de trabajar con el sudor de su frente y por ello, se desenvolvieron en diferentes oficios, Caín: agricultor y Abel ganadero. Pero Abel es un héroe de la fe porque al escoger la ofrenda para el Señor, él escogió “por la fe” y por ello tomó lo mejor, lo más exclusivo de su rebaño y eso lo dio como sacrificio al Señor.

Si queremos que nuestro nombre pueda postular a la lista de estos grandes héroes de la fe tenemos que examinar cada detalle de la actitud de Abel para aprender de su obediencia y confianza.

1. La fe de Abel se deja ver en el momento de las ofrendas, si hay una razón para que sea considerado como ejemplo de hombre de fe, esta la encontramos en la manera de presentar sus ofrendas a Dios, la clave estuvo en su manera de ofrendar.
2. Dos hijos, dos caminos. Aunque ambos pertenecieron a la misma familia tomaron caminos diferentes, Caín prefirió seguir a su padre, por eso escogió ser labrador de la tierra (Génesis 2:15; 3:17), mientras que Abel decidió ser un pastor de ovejas. Son estos caminos diferentes lo que los llevaron a ofrendar de manera distinta.
3. Podemos afirmar que Abel imitaba a su Padre Dios. “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió” Génesis 3:21.
4. ¿Dónde está la diferencia? Es fácil obedecer y seguir un ejemplo humano, pero es difícil seguir el ejemplo de Dios, Es fácil seguir al hombre, pero es trabajoso seguir a Dios.

La fe de Abel es digna de imitar porque él prefirió calcar el ejemplo del Creador y no el patrón de su padre. Imitar no es adecuar las verdades eternas a nuestra realidad, sino dejar que Cristo viva por nosotros en medio de este mundo.

¿Qué imitó Abel?

Es interesante que el Génesis relata todas las frases célebres de su hermano Caín: ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano? “Este castigo es más de lo que yo puedo soportar” “Cualquiera que me encuentre me matará” “Andaré por el mundo errante como un fugitivo”. Frases cargadas de resentimiento y envidia, pero de Abel no hay registrada palabra alguna, en la conclusión de su vida se afirma: “…y muerto, aún habla por ella” Abel fue un hombre que practicó el silencio.

Medita en los siguientes pasajes: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:7)

“Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades”. Salmo 37:7. “Más yo, como si fuera sordo, no oigo; y soy como mudo que no abre la boca. Soy pues, como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay reprensiones. Porque en ti, oh Dios he esperado, tu responderás, Dios mío” Salmo 38:13-16.

El silencio frente a las circunstancias adversas es señal de confianza en Dios. El silencio ante los mandatos de Dios es el principio de la obediencia. El silencio ante los agravios e injusticias es la invitación a que Dios nos defienda.

Todas estas verdades podemos aplicarlas a la vida de Abel; mientras su padre y hermano presionaban para que haga lo mismo que ellos, él continuó en silencio porque sabía en quien había creído. Cuando Dios sacrificó a los animales para vestir a sus padres Abel comprendió lo que pedía Dios y no dudo en obedecer. Mientras que era arrastrado por su hermano, mientras los golpes caían sobre su rostro, cuando la sangre empapaba su cuerpo, permaneció callado porque sabía que Jehová era su defensor.

Abel es el primer hombre de fe porque confió en Dios a pesar de las circunstancias, porque obedeció a Dios cuando nadie lo hacía, porque espero la defensa de Dios y no levanto sus propias fuerzas. Abel es un hombre de fe porque tuvo una vida feliz y aún ahora, su vida es ejemplo para ti y para mí.

“Aún el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido”

Dios nos Bendiga

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