sábado, octubre 01, 2011

¡EL GRAN AMOR DE DIOS!

Estoy más que segura, que el mayor tesoro que yo tengo es el amor de mi Padre celestial.
Es la conciencia de su presencia en mi vida el hecho de que él es el que pilotea mi avión y que todos los aspectos de mi vida están bajo su control y que a él nada se le escapa, aún lo que yo no veo él lo ve. Y yo le quiero decir , que el amor de Dios es invariable. Siempre ha estado y siempre estará sobre ti .... Ninguno de nosotros es un error y ninguno de nosotros escapa a los ojos de amor de nuestro Padre.

Nuestro Dios es un Dios que busca, él busca a sus hijos con celo y con pasión y desea tener un trato personal e íntimo con cada uno de nosotros
. La palabra dice en Jeremías, con amor eterno te he amado. Es un amor que nunca termina. El amor de nuestro Padre se manifiesta en todos los aspectos de nuestra vida. Comienza con la visión y el futuro, el destino que él ha puesto en cada uno de nosotros. Se manifiesta en su perdón, en la atención a todos los detalles de nuestra vida, al proveer a todas nuestras necesidades, y aún en su consuelo y ne la afirmación sobre quién es cada uno de nosotros.

Y yo he aprendido que a Dios le agrada mucho lo que hacemos por su Reino, pero que aún más le deleita quiénes somos en él, le importa quiénes nosotros somos en nuestra privacidad, cuáles son nuestras motivaciones y nuestras actitudes. Y los momentos donde yo siento más el amor de Dios y la presencia de Dios no es en los momentos de hacer sino en los momentos de ser, cuando soy su hija y en esos momentos en que me concentro en saber quién soy en él y recibir sus tiernas palabras de amor y su abrazo amoroso y aún su palabra de corrección. Así que esos son los momentos más importantes, más significativos en mi caminar cristiano.
Y quiero que vayamos a la palabra en el pasaje por excelencia sobre el amor, sería obviamente
Primera de Corintios 13 y vamos primero a leer del primero al versículo 3 que dice así:

“… si yo hablase lenguas humanas y angelicales y no tengo amor vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retine. Y si tuviese profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado y no tengo amor, de nada me sirve….”

Así que eso es una confirmación de lo que estaba compartiendo anteriormente que por más grandioso que sea lo que nosotros hagamos no vale absolutamente nada si no está gestado y bañado en amor. Y seguimos leyendo en el mismo pasaje, Primera de Corintios 13, versículo 4 a la primera parte del versículo 8 y ahí dice:

“… el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injustita más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta….”

Y la última parte que vamos a leer dice, “… el amor nunca deja de ser…”

Este es el amor que yo aspiro tener en mi vida. Quizás muchos de ustedes han oído acerca de que el amor no es un sentimiento, ¿verdad? Aunque parte es sentimiento sino que es más bien una decisión. El amor tiene que estar fundamentado en un genuino deseo de honrar a Dios y cuando proviene de esa fuente del amor inagotable de Dios es cuando entonces se convierte, tiene un poder sobrenatural. Nunca subestimes el poder de los actos de amor que tu haces en el nombre del Señor.
Dios Nos Bendiga