sábado, septiembre 24, 2011

¡UN LUGAR ,LLAMADO GETSEMANI

 Mateo 26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.



Al leer la Escritura, hemos pasado por esta historia en el libro de Mateo, y habla del momento en el que Jesús está pasando una agonía tremenda porque él sabe que ya va a ser entregado y va a ser crucificado. Cuando Jesús es llevado a este lugar llamado Getsemaní, es porque Jesús en ese momento está quebrantado totalmente su corazón, está totalmente quebrantada su persona, y es en ese lugar en donde él se aparta para orar. Ya lo había hecho en algunas otras ocasiones, en ir a orar específicamente en ese lugar, pero este era el momento donde él estaría por última vez ahí orando para entregar su voluntad a Dios.



Sucede algo importante, en ese camino y en este momento él pide a algunos de sus discípulos que le acompañen, y les dice que se queden ahí y que oren y que velen; y él se aparta un momento para orar. Vamos a conocer la historia a través de esta enseñanza, pero algo que quiero destacar dentro de todo ello, es que en muchas ocasiones las cosas que nosotros estamos viviendo en nuestra vida nos impiden que se cumpla la perfecta voluntad de Dios en nosotros. Siempre existe algún pero por el cual nosotros no queremos pagar ese precio: El Getsemaní. Y Jesús lo pagó, Jesús pagó ese precio.



¿Cuántos desean realmente un crecimiento espiritual que estuviera a la estatura de Jesucristo? ¿A cuántos les gustaría tener la obediencia que tuvo Jesús? ¿A cuántos les gustaría morir en la cruz? Sinceramente te voy a decir algo, en ese momento a nadie nos gustaría morir, y menos de la forma que Jesús lo hizo. Por eso es la única persona que lo hizo. Porque yo te aseguro que en el primer golpe que hubiera recibido nuestro cuerpo tal vez diríamos ¡ya no! Y era ahí en ese momento donde nosotros hubiéramos desistido. En el Getsemaní hubiéramos dicho nosotros: No, yo creo que ya no lo soporto más.



Yo creo que a ninguno nos gustaría morir de la forma que Jesús lo hizo. Ahí precisamente está muchos de nuestros peros. En el precio están los peros. Necesitamos pagar un precio para ser algo; sí quiero pero en este momento no. Oye necesitamos avanzar, vamos a ir a hacer aquello. Sí, mi deseo es hacerlo, pero tengo trabajo. Oye, necesitamos que tú te integres para formar un equipo y estemos orando. Sí, pero llego muy tarde a mi casa. Y constantemente encontramos estos peros.



Cuando yo leo la Escritura en donde Jesús sube a orar al Getsemaní y él nuevamente va con sus discípulos, los ve durmiendo. Él les dio una instrucción y los encuentra durmiendo. Es algo que no debe de hacer la Iglesia. Y ellos están en ese momento durmiendo, cuando los ve les dice: velad y orad, a la verdad el espíritu está dispuesto. ¿Cuántos de aquí están dispuestos? Y luego confirma, pero la carne es débil. Ahí en esa parte es donde todos tenemos nuestras luchas, no hay excepción alguna. Todos los que estamos aquí siempre tenemos un pero para no hacer las cosas, ¿cierto o falso? Siempre sucede algo, por alguna razón decimos: pero no se pudo.



Cuando tú tienes un llamado de parte de Dios, todos los que estamos aquí en la iglesia, amado, tenemos un llamado de parte de Dios, yo no sé si tú has analizado esta parte, pero tú tienes un propósito Divino aquí en esta tierra para que tú lo cumplas. Dios no se conforma con que tú vengas nada más de vez en vez, Dios no se conforma con que tú vengas un día domingo aquí a escuchar su Palabra, Dios quiere más de ti, Dios demanda más de ti. Y él te hizo un llamado como se lo hizo a Pedro y le dijo: ven Pedro, llega un momento difícil y yo necesito que tú estés aquí orando. Y Pedro le dice, sí, yo aquí me quedo.



A mí me impacta la forma en como Dios nos está preparando, ¿sabes? El Señor nos ha estado hablando, y hablando en una forma tremenda y nos está levantando, nos está restaurando, nos está impulsando a hacer cosa grandes. Lo está haciendo cada día de nuestra vida. Me impacta la Palabra cuando el Señor nos habla y nos dice: este es mi lugar santo. Y debemos de respetar esta parte.



A mí me llama, porque Dios nos está mirando nuestras actitudes, ¿qué estamos haciendo? Si tú pones atención y dices: Lo dejo de hacer. ¡Estás avanzando! Pero si Dios te está hablando esta tarde y tú sales de aquí y dices: voy a hacer como que no escuché, tú te estás deteniendo, pero además la congregación se detiene también. Y necesitamos avanzar. Yo creo que en cada uno Dios puso la capacidad de aprender, ha puesto un fuego en tu corazón para que vayamos hacia adelante.



Hace momento cuando el Señor hablaba de Job, ¿cuántos quieren esa bendición sobreabundante que tuvo Job? Y todos decimos, ¡amén, yo la quiero! ¡Wow, gloria a Dios! Pero, ¿cuántos quisieran pasar por la situación de Job? Ahí ya no levantamos la mano. Y a mí la historia de Job se me hace como un sinónimo de dolor, aflicción, prueba, pero también de abundancia. Pero Job en su integridad, en su lucha, en su Getsemaní pudo esperar y recibió; Jesús en el momento difícil y crucial ahí en su vida, él está en ese momento doliéndose pero él soportó en integridad. Y entonces él le dijo al Padre: hágase tu voluntad no la mía.



Jesús fue quebrantado, lo dijo hace un momento el profeta. Mi Hijo fue quebrantado, Jesús fue quebrantado. A eso se refiere el Getsemaní. Quebrantamiento. Les voy a dar una breve explicación de lo que significa el Getsemaní. Si tuviéramos tú y yo el nivel espiritual que soñamos; porque yo creo que tú has soñado tener un nivel espiritual muy grande, ¿a cuántos nos gustaría estar predicando tal vez, o tal vez estar en los hospitales sanando; tal vez estar en los ministerios que Dios ha puesto para ti y que tú estás deseando tener ese crecimiento espiritual? Yo creo que todos soñamos con ello, si todos alcanzáramos ese sueño, la Iglesia sería muy poderosa, aun mayor en el espíritu. Pero aquí comienza nuestra verdad. Pero no podemos llegar a ningún lugar si antes no pasamos por el Getsemaní.

Dios nos Bendiga


No hay comentarios: