martes, septiembre 20, 2011

¡Entre Dos Mundos!!

Aun cuando muchas personas se resistan a aceptarlo, se libra una batalla entre dos mundos con características particulares: el físico y el espiritual. Y desde los dos, hay una interacción
. En cierta ocasión el Señor Jesús, al recibir la declaración del apóstol Pedro sobre su divinidad, le dijo: "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo" (Mateo 16:18-20) .

Esa prerrogativa fue dada a los cristianos. Desde la dimensión material en la que nos movemos usted y yo, impactar la dimensión espiritual. Si clamamos, que lo hacemos desde la dimensión física, recibimos respuesta desde la dimensión espiritual, proveniente de Dios (Cf. Mateo 6:10). Igual cuando se trata de impactar las huestes de maldad. Si bien es cierto lo hacemos desde la dimensión física, Satanás y todos sus secuaces tienen que darse a la huida porque les estamos golpeando a través de un mecanismo poderoso como es la Oración.

Cuando los cristianos tomamos conciencia de esta realidad, se producen unos cambios extraordinarios en el medio que nos circunda. ¡Podemos recobrar los territorios que nos robó Satanás con sutileza y engaño! Piénselo: su nación, su Región, su ciudad e incluso, el sector que habitan, pueden ser gobernados plenamente por Jesucristo si desde ya nos damos a la tarea de enviar en derrota todas las huestes de maldad que hoy dominan como consecuencia del pecado del género humano (. Santiago 4.7)

Debemos tomar posesión de los territorios

Cuando Dios nos concede algo, por ejemplo nuestra familia a quienes somos creyentes, debemos obrar en fe y posesionarnos de todo cuanto nos fue legado. Declararlo con las palabras y creerlo con el corazón.

Encuentro una excelente ilustración de este punto cuando se produce la muerte de Moisés y Josué—su más cercano colaborador—es encargado de llevar el pueblo de Israel a la tierra prometida. Dios fue explícito cuando le transfiere la misión pero a la vez, el poder y la autoridad: "Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio" (Josué 1:2-4).

En el pasaje Dios declara que todo territorio que pisaran—es decir, de los cuales tomaran posesión—lo entregaba en su poder. El asunto no solo era que dijeran: "Esa tierra nos pertenece", sino que tomaran posesión de ella. Que dieran la batalla, no en sus fuerzas sino en las del Señor.

Piense por un instante en el territorio que habita: ¿Hay violencia?¿Drogadicción?¿Promiscuidad sexual?¿Muertes?¿Brujería? Ahora, en el plano personal: ¿Enfrenta obstáculos?¿Ataques en su vida espiritual? Y, qué decir de su familia: ¿Se dificulta que su cónyuge, hijos y familiares reciban el mensaje de Salvación?¿Alguno de sus allegados está sometido a las drogas o aun comportamiento moral riesgoso?
Le fue robada La Paz , El Gozo ,La Honra ,Todo Absolutamente todo
lo que el enemigo nos robo, si lo hemos sosrprendido, si lo reconocemos como el ladrón, nos tiene que devolver Todo ,Todo
7 Veces más en su Valor.

Si es así, mi pregunta obligada antes de proseguir con La enseñanza Bíblica es: ¿Qué estamos haciendo para recobrar ese territorio que Satanás ha robado con engaño y sutileza?
Es Nuestro, como lo es su familia y las Bendiciones prometidas por Dios para Nuestra existencia—por ejemplo--, pero por asumir una actitud pasiva frente al asedio y ataques del adversario espiritual, ha cedido espacios que hoy debe recobrar. ¡La batalla será victoriosa porque no vamos a pelear nosotros solos, sino con Jesucristo como nuestro poderoso capitán!

Tenga presente que Dios le dijo a Josué y también a nosotros hoy, que es necesario tomar posesión del terreno. No resignarnos sino tomar lo que nos pertenece. Dar la batalla desde el mundo material, impactando la dimensión espiritual. ¡Toda atadura debe romperse!

Creer y obrar, clave para materializar las promesas

La guerra espiritual tiene dos cimientos muy valiosos.
El primer creer en las promesas de Dios.
El segundo, actuar.
Están estrechamente ligados. Por ese motivo Josué y los israelitas se decidieron a avanzar en esa dirección: creer y obrar. Cruzar el río Jordan era un primer obstáculo. Dios les prometió que al tomar posesión, es decir, cuando sus pies tocaren las aguas, se produciría el milagro. "Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón" (Josué 3:13).

Sin duda para muchos debió ser aterrador tener ante sus ojos la majestuosidad de este enorme río. Pero ¡Creían lo que Dios les anunció! Por eso recibieron la victoria al atravesar lo que había sido una enorme mole de agua: "Y aconteció que cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en lugar seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar, corriendo como antes sobre todos sus bordes" (Josué 4:18).

Su familia, las propiedades, el trabajo, el sector que habita, la ciudad y la nación, son para Cristo. Le corresponde a usted tomar lo que es suyo. No permitamos que Satanás nos siga usurpando lo que el Señor le otorgó. No nos conformemos . ¿Por qué ver a Nuestros hijos inmersos en drogas, sus matrimonio en ruinas, los recursos económicos yéndose al drenaje y la sociedad en la que nos desenvolmemos sumida en el caos?

Territorios ganados mediante guerra espiritual

Llegado el momento decisivo, los israelitas con Josué a la cabeza, libraron una batalla pero no en la dimensión física sino espiritual. ¡Y conquistaron Jericó! Recuerde que tal como lo relata el capítulo 6 del libro de Josué, era una ciudad bien cerrada para evitar incursiones del enemigo (versículo 1).

La Gente, ubicada en el valle del Jordan (. Deuteronomio 34.1, 3), a unos 8 kilómetros del mar Muerto, era estratégica porque permitía el dominio de un amplio territorio. Los historiadores señalan que los muros tenían una altitud de 9 metros y 2 metros de espesos. Una auténtica mole de piedra. Sobre las murallas había viviendas. Y sus moradores estaban preparados para dar la batalla.

Frente a esta realidad tangible, los israelitas concebían la posibilidad de entrar por la fuerza, aunque por supuesto, muchos debieron verse asaltados por el temor y el desánimo. Pero Dios les enseñó una estrategia diferente, que nosotros en nuestro tiempo definimos como plan de guerra espiritual: "Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante" (Josué 6:2-5).

Sonaba ilógico, pero Josué y los israelitas emprendieron la batalla con las armas más inverosímiles, tratándose de un reto tan grande como era conquistar una ciudad fortificada: rodear el terreno tomando posesión de él, elevar sonidos de guerra—que no es otra cosa que la oración del pueblo en procura de un hecho que rompa toda explicación--, depender del poder de Dios, y finalmente: proclamar victoria.

Piense por un instante en el territorio que habita, en su propio hogar, las finanzas personales… y tantos otros espacios que son suyos, que le corresponden, y que llegó la hora de retomar en el poder, la autoridad y la unción de Jesucristo.

Dios Nos Bendiga

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